Terminó este domingo la Vuelta a España, y lo hizo con varios nombres propios. El británico Simon Yates (Mitchelton), que logró a sus 26 años su primera grande de tres semanas, el español Enric Mas (Quick Step), quien a sus 23 años acabó segundo y se postula como un vueltómano a seguir, o el rejuvenecido Alejandro Valverde, que a pesar de su pájara en la penúltima etapa demostró que todavía tiene mucho que decir en el ciclismo a pesar de sus 37 primaveras. También hay otras decepciones, caso del colombiano Nairo Quintana (a pesar de una victoria de etapa), el español David de la Cruz o el australiano Richie Porte, todos ellos lejos de lo que se esperaba de ellos. Pero entre todos los nombres, y para los intereses que nos atañen, hay uno que sobresale, el del moteño Jesús Herrada.
Hablar de resurgir o renacimiento en un ciclista que empezó 2018 portando el maillot de campeón de España (recordemos, ganó el Campeonato de España en 2017) puede sonar descabellado. Pero vista la actuación del deportista conquense merece este reconocimiento. Para ello, hay que retroceder en el tiempo.
En 2017, y tras proclamarse campeón de España, Jesús Herrada era un corredor querido pero con un puesto en el Movistar Team inferior a lo que se podía avecinar en él. En la escuadra azulona jamás podría haber liderado a su equipo en una vuelta de tres semanas (Alejandro Valverde y Nairo Quintana le cerraban las puertas, algo que se recrudeció con el posterior fichaje de Mikel Landa). Cierto que las condiciones de Herrada no le sitúan como un posible ganador del Giro de Italia, Tour de Francia o Vuelta a España, pero no menos cierto es que con libertad, o un equipo a su merced, puede ganar etapa en cualquiera de las grandes o ser una figura a seguir en clásicas y carreras de una semana. Ya lo demostró en el Movistar Team, pero su ciclo en el mismo parecía acabado.
Llegamos a 2018, con el fichaje de Jesús y su hermano José por el Cofidis. Bajan a un equipo Continental, pero ganan en presencia en el pelotón tras una decisión difícil y compleja. Meses después, se antoja necesaria y acertada. Llegamos a la Vuelta a España 2018, y Jesús Herrada logra algo que ningún conquense había hecho desde hacía 48 años, liderar la Vuelta a España. Lo hizo como él sabe, gracias a una fuga inteligente y que preparó días antes, lo que le permitió liderar durante dos días la ronda española, siendo el único ciclista nacional que ha vestido la maglia roja durante esta edición de la Vuelta.
Este hecho ya le hará terminar la temporada en un excelente lugar en la clasificación de la UCI, pero si nos atenemos a su actuación en la Vuelta a España antes y después de ser líder, vemos a un corredor que se ha despojado de cualquier tipo de presión, que disfruta sobre la bicicleta y que vuelve a sonreír aunque haya terminado sin el éxito de una victoria de etapa. Herrada se coló en varias fugas durante días, se levantó a un resfriado y acabó la última semana siendo otra vez un ciclista activo y guerrero, uno de esos deportistas por los que merece la pena ver una etapa y que en mente tiene siempre atacar. Todo un soplo de aire fresco en el ciclismo actual, más preocupado de controlar los watios y medir las distancias que de dejarse llevar por las piernas y el corazón.
Su temporada no ha terminado, ya que salvo sorpresa estará en el Mundial de Innsbruck, pero pase lo que pase, su estatus dentro del pelotón ha cambiado. Y a mejor. En Cuenca a veces no nos damos cuenta que hablar de Jesús Herrada es hablar del mejor deportista conquense de la actualidad, así como uno de los mejores que ha dado la provincia en los últimos años. Seguramente, una de las opciones más sólidas para tener a un deportista de Cuenca en los próximos Juegos Olímpicos. Sigamos disfrutando.