Días de fiesta y orgullo para todos los conquenses que amamos el deporte de la bicicleta, y es que sólo los más mayores recordarán los triunfos del gran Luis Ocaña allá por los 70. Desde entonces, una larga sequía rota hoy por Jesús Herrada, brazos en la parte baja del manillar al más puro estilo Pantani, haciendo un demarraje, imposible de seguir, para el nuevo líder, y celebrando la victoria con rabia, no sólo por la liberación que supone para él tras años persiguiéndolo, sino también por el sabor amargo que ayer nos dejó la muerte a la orilla de su hermano José.
Detengámonos un poco en la figura de estos hermanos naturales de Mota del Cuervo que llevan años representando nuestra provincia por todo el mundo. Jesús ha demostrado ser, sin duda, uno de los ciclistas españoles con más clase y punch del pelotón. Habiendo sido campeón de España, decidió salir del todopoderoso Movistar buscando el protagonismo y el liderazgo que merecía tener, y ha demostrado que la decisión fue acertada. Se ha convertido en la referencia del equipo con una temporada para enmarcar, siendo competitivo desde principios de año y derrotando a un escalador puro como Romain Bardet en el mítico Mont Ventoux. Pese a no ser lo idóneo para su preparación, por imposición del equipo participó en el Tour de Francia donde se dejó ver y buscó la victoria con ahínco pero sin suerte, porque ganar en este deporte no es cosa fácil. Por esto tiene más mérito aún su victoria de hoy, ya que después de una larga y cargada temporada no se ha dejado desfallecer y en la primera etapa que tenía marcada no ha perdonado, teniendo las piernas y la sangra fría necesarias para seguir la rueda al potente Dylan Teuns y rematarle en el momento idóneo, “chapeu”.
Sin embargo, no sería justo olvidarse del mayor de la saga, quizá con menos clase y visibilidad que su hermano, pero con un tesón y profesionalidad dignos de enseñar en las categorías infantiles. Este currante de las dos ruedas ha desarrollado toda su carrera trabajando para que sus líderes ganasen, sin salir en televisión ni obtener reconocimiento alguno, pero siempre sin quejarse y asumiendo a la perfección un rol que no le dejaba espacio al lucimiento personal. Por eso son más que entendibles sus lágrimas desconsoladas cuando ayer se le escapó la mejor oportunidad que jamás había tenido, después de saberse el más fuerte de la escapada buena del día. Quizá ese exceso de confianza, junto a lo difícil que es luchar contra dos rivales del mismo equipo, hicieron que tras dar una exhibición de fuerza durante toda la etapa sus piernas fallasen en el momento crucial, allí donde están los focos y se distingue entre los gloriosos ganadores y quienes caerán en el olvido. Pero no seamos pesimistas, con las piernas que ha demostrado tener y la libertad que le concede el equipo Cofidis no será raro volverlo a ver en fugas, ojalá que esta vez sí alzando los brazos.
Por todo esto, los locos por las bicis debemos estar de celebración, deseando que estos éxitos sirvan como ejemplo y revulsivo para que una provincia con una geografía tan privilegiada como la nuestra no tenga que esperar otros 50 años para celebrar triunfos.
RUBÉN MUELAS GIL