Lázaro García, natural de Mota del Cuervo, cría astados para la lidia en su ganadería de Los Danieles y además sus cabestros participan en importantes festejos durante la temporada.
En el término municipal de Mota del Cuervo, en la finca Monte Protestante, pasta el ganado bravo de Los Danieles, propiedad de Lázaro García, un joven conquense que vive con pasión la crianza del toro bravo. «Parte de la finca proviene de una historia bonita, ya que es de mis antepasados, tenían ganado, pero no bravo, yo la he ido ampliando y amoldando con esfuerzo a lo que este tipo de animal requiere». Lázaro lleva 13 años criando reses bravas, aunque años más tarde cumplió su sueño.
«Hace siete años decidí comprar unos lotes de vacas y sementales y así formar mi propio hierro, ya que siempre ha sido mi máxima ilusión», continúa. Los Danieles tiene encaste Nuñez y Torrestrella, y en la actualidad ronda las 60 cabezas. Además, en su corta historia ganadera, Lázaro García ya sabe lo que es triunfar en la provincia, donde los premios se sufren, pero también se saborean.
«Debuté en pandemia como ganadero, fue en Los Hinojosos, además con una novillada picada, donde debutaron Joao D'Alva y Mario Arruza; fue una tarde inolvidable para todos, pudimos triunfar, sentir el cariño de la afición y salí a hombros junto a los dos espadas». Ese mismo año, en Tragacete, también se premió a un utrero con la vuelta ruedo.
Este ganadero conquense sabe lo que es lidiar con éxito, por ejemplo en Mota del Cuervo, Montalbo o Belmonte, donde este año ha podido reeditar el triunfo. «Estoy muy contento porque hace unas semanas en Belmonte se le dio la vuelta al ruedo a un novillo y nos llevamos el premio Chicuelo II, echamos el sobrero de regalo para el novillero triunfador y también fue premiado con la vuelta al ruedo, sin duda eso da mucha moral para continuar en este difícil mundo». Lázaro busca la transmisión, que es lo que da la emoción tanto a los toreros como al público.
Pero para hacer frente a esa gran ilusión de criar sus propios toros, tiene que trabajar duro y participa en muchos festejos con sus cabestros en diferentes puntos de la geografía. «Es un sustento principal, a día de hoy tenemos seis cabestros preparados para trabajar y poder hacerlo con garantías, solemos hacer alrededor de 30 festejos al año». Uno de esos festejos tuvo lugar en Casas Ibáñez, donde sus bueyes tuvieron que mostrar sus habilidades con los toros de Victorino Martín.
«Es un orgullo trabajar con esta ganadería tan emblemática y tan importante, pero a la vez con mucha responsabilidad porque sus animales tienen mucho carácter en corrales y son diferentes a los demás encastes, hay que hacerles las cosas muy despacio y con mucho tacto», destaca. Reconoce admiración por Victorino: «Fue un placer estar con él y poder apartar sus toros con mis bueyes; es un ganadero con el que continuamente aprendes, y a la hora de trabajar en corrales es el primero».
Los Danieles acoge visitas, celebraciones y, sobre todo, siembra la afición a los toros. «Me encanta enseñar al aficionado, y al que lo es menos, lo que es este mundo, la dedicación que lleva y lo bonito que es, siempre hay gente nueva que se aficiona y eso me encanta, las puertas de mi casa siempre están abiertas». En Cuenca también se respira la crianza del toro bravo en su máximo esplendor. «Gracias al apoyo de mi familia, pareja y amigos, este sueño es una realidad», remata Lázaro.