Otra vez Jesús Herrada volvió a demostrar que es una rueda a seguir a la hora de colarse en escapadas, que tiene un instinto fuera de lo normal para elegir la fuga adecuada y que es un corredor diferencial a la hora de entender las carreras. Todo un todoterreno capaz de adaptarse a lo que pide cada etapa, hábil para saltar desde el pelotón y listo para entender las fugas en las que se cuela. Como es lógico, no siempre sale victorioso, pero su inteligencia le hacen ser siempre un claro candidato al triunfo cada vez que aparece en una escapada. En esta ocasión no pudo salir ganador, pero se quedó muy cerca de lograrlo.
En una 17ª etapa de la Vuelta Ciclista a España que empezó con malas noticias por la retirada del valiente Primoz Roglic (el esloveno, segundo en la general, sufrió una caída en el tramo final de la anterior etapa), con final en el Monasterio de Tentudía (un puerto de segunda categoría, de diez kilómetros de longitud y 5% de desnivel medio) en Extremadura (que este 8 de septiembre celebra su festividad), el moteño del Cofidis volvió a ser protagonista. En la primera hora de etapa, cuando todos los equipos buscaban meter a sus ciclistas en alguna escapada, él saltó en el momento adecuado. Se fugó junto a otros diez corredores y el pelotón dejó ir, para finalmente configurarse un grupo de trece ciclistas compuesto por Clément Champussin, Bob Jungels (Ag2r Citroën), Gino Mäder (Bahrain Victorious), Jesús Herrada (Cofidis), Rigoberto Urán (EF Education-EasyPost), Quentin Pacher (Groupama-FDJ), Lawson Craddock (Team BikeExchange-Jayco), Kenny Elissonde (Trek-Segafredo), Marc Soler (UAE Team Emirates) y Simon Guglielmi (Arkea-Samsic), a los que se unió posteriormente Fred Wright (Bahrain Victorious), Alessandro De Marchi (Israel Premier Tech) y Elie Gesbert (Team Arkéa-Samsic). Tuvieron el permiso del pelotón para marcharse y los minutos de ventaja fueron aumentando hasta el punto de que los escapados fueron conscientes de que el ganador de la etapa sería uno de ellos.
En el puerto final, como era lógico, la vigilancia era extrema. Estuvo muy combativo Craddock, que lo intentó un par de veces hasta que cogió unos segundos de ventaja, y tras él salieron Urán, Gesbert y Champoussin, a los cuales se unieron posteriormente Pacher, Soler y el conquense Herrada. A falta de 2,4 kilómetros, la selección era clara y, de los trece fugados iniciales, ya quedaban solo seis.
El americano Craddock no cejaba en su empeño y la falta de entendimiento (ninguno quería desgastarse para un hipotético sprint final) hizo que cada uno hiciera la guerra por su cuenta. Un demarraje de Soler, al que siguieron todos, redujo la distancia y tuvieron al fugado en el punto de mira, para llegar al kilómetro y medio final con Craddock unos metros por delante y todo por decidir. Fue el colombiano Urán el más activo a la hora de darle caza y Herrada, con buenas piernas, salió tras él.
A falta de un kilómetro, se colocaban todos juntos y Herrada, listo, saltó a falta de ochocientos metros con fuerza para ganar unos metros de ventaja. Sin embargo, tuvo que economizar fuerzas debido a que Urán le cogió la rueda y, en el ataque final a falta de cuatrocientos metros, el colombiano llegó con más punch que el conquense, quien finalmente acabó tercero tras ser superado en los últimos metros por Pacher.
Por escasos metros, Jesús Herrada no logró su segunda victoria de etapa, aunque su combatividad es digna de elogio. El de Mota del Cuervo siempre es un aliciente en cada carrera que participa y se deja todo sobre la bicicleta para dar espectáculo y buscar la victoria. Todavía queda terreno para que el conquense lo vuelta a intentar y, conociéndole, seguro que volverá a colarse en alguna fuga.