Ha sido “trabajo” la palabra con la que Silvia Lara ha decidido definir su trayectoria como nadadora. Y quizás sea por ello por lo que el próximo 31 de mayo le vayan a nombrar hija predilecta de Castilla-La Mancha. A nivel formal, le otorgan el galardón para “reconocer su esfuerzo y ser ejemplo de superación en el deporte”, aunque Silvia cree que es un cómputo de muchos factores: “Mi madre dice que me lo dan por todo: por mi trabajo, el deporte, la discapacidad, ser mujer… por todo”.
Todo y más se merece Silvia, que sigue recibiendo galardones con la misma ilusión que el primer día, cuando todavía no se había acostumbrado a subirse a podios ni a colgarse medallas: “La impresión de decir “te vamos a nombrar hija predilecta y el día 31 de mayo te vamos a dar el galardón”, me hace estar un «poquillo» nerviosa. Emocionada también, bastante, no me lo esperaba”.
Ese día, no sabe si tendrá que decir algunas palabras, aunque tiene claro que se regirá por la espontaneidad que le caracteriza y, sobre todo, por la claridad del mensaje que quiere transmitir: “Me gustaría que se quedaran con mi esfuerzo y con el trabajo, pero también les diría que sean alegres… igual que yo soy”. Es feliz y se nota cuando, con una sonrisa, recuerdo la primera vez que se lanzó al agua, hace ya nada menos que veintiséis años: “Empecé a nadar por un problema de espalda, tenía escoliosis. También me operaron del corazón y a raíz de eso comencé a nadar en el club de Natación Cuenca con mi hermana y sus amigos”.
Tiene grabado a fuego el año 1999, con su primera participación como nadadora federada en los Special Olympics con la FEDDI (Federación Española de Deportes para Personas con Discapacidad Intelectual), primero en Vigo y más tarde en Ciudad Real: “Es que la natación me gusta, siempre ha sido mi hobby«. En su palmarés aglutina logros regionales, nacionales e incluso internacionales, pero fue al alzarse con el primer puesto del Campeonato Nacional cuando supo que había logrado dar una brazada más que especial: “Desde que fui campeona de España varias veces me di cuenta de que era un referente para mucha gente”.
Imagen del Club Natación Cuenca
Lleva casi treinta años yendo a nadar todos los días, una hora y media en cada sesión, y en su época álgida incluso otras dos horas cuando el ocaso caía sobre la piscina cubierta que ahora lleva su nombre: “Ha sido uno de los méritos que más ilusión me ha hecho y también que fui la pregonera de las fiestas de mi pueblo, Mota del Cuervo”. Y es que pocas cosas se le han puesto por delante: “Soy muy valiente, muy independiente y autónoma. ¿A que se nota?”, comenta con descaro Silvia. Y es que ese poderío la ha impulsado en más de una ocasión a cumplir retos al alcance de pocos, como cuando en 2008 cruzó el estrecho de Gibraltar: “Íbamos todos los fines de semana a Málaga a entrenar en aguas abiertas y menudo frío hacía, no te dejaban neopreno, si no, no se valía”.
Pese a todo lo conseguido, no olvida la espinita clavada que le obligó a esconder su sonrisa imborrable al no poder participar en las Paraolimpiadas del 2000: “Hubo un fraude y metieron a gente que no era discapacitada. Ya después no pudo ser: el tiempo pasa y nos hacemos mayores”. Pero aquello no empañó una trayectoria deportiva que también reconoció la ACDC (Asociación Clubs Deportivos de Cuenca) en sus primeros premios el pasado mes de septiembre. Siempre que Silvia recoge el cariño que ha sembrado en su ciudad lo hace con tranquilidad, pero también con una alegría que, a veces, le desborda: “Me vengo muy arriba y mi madre es la que me baja. Me emociono y como soy tan explosiva y nerviosa quiero ser la que era”.
Imagen del Club Natación Cuenca
Recalca que desea volver a ser la de antes y entonces se le quiebra la voz. Viaja entonces hasta la pandemia, que le arrebató el aire de sus pulmones, esos que bajo el agua se convierten en una turbina incansable: “Yo le doy bastante al deporte, y a mí él me ha dado salud, fuerza, energía… A día de hoy ha cambiado un poquito la cosa, porque yo tuve… el covid. Lo combatí y ahora lo que me dan son… ganas de llorar”. Sus ojos derraman alguna que otra gota tan cristalina como sus sentimientos: “Me emociono porque estoy volviendo a ser la que era, la que tenía 30 años, la de mucho antes del covid”.
Habladora, afable y dicharachera, no solo ha hecho suya la piscina, también la recepción de la Facultad de Ciencias Sociales: “Por aquí pasa mucha gente, menuda facultad. Me encanta hablar, así que me lo paso muy bien. Llevo aquí casi 20 años”. Así, Silvia demuestra que es un ejemplo de integración, igual que lo hace como veterana de la sección especial del Club Natación Cuenca: “Yo he abierto las puertas a las nuevas generaciones, como por ejemplo a una chica que es amiga de toda la vida y ha competido conmigo. se fue de la selección de Castilla- La Mancha y ahora está en Madrid”, cuenta ilusionada alegrándose de su amiga, aunque le haya arrebatado sus cuatro récords de España en 50 metros braza, 100 metros braza, 100 metros estilo y 200 metros estilo. Los consiguió en plena cresta de la ola: “A mí me engancha la braza. Entonces tenía unos veinte años y estaba en pleno apogeo”.
Ahora continúa compitiendo y su próxima cita sería el Campeonato de España por Comunidades Autónomas, pero le coincide con el galardón del próximo 31 de mayo: “He tenido que decir que no, porque para mí es más importante el premio. Pero todavía me seleccionan”, dice con cierto orgullo, una sonrisa picarona y sin sorpresas. Su siguiente participación será en verano en Ciudad Real: “Con ese acabamos… la temporada”. La pausa casi nos hace infartar, pero no, aún tenemos Silvia Lara para rato: “Acaba la temporada, pero no me retiro”, reafirma por su hubiera alguna duda, por ínfima que fuese.
Imagen del Club Natación Cuenca
Confiesa que a la Silvia que empezó a nadar lo único que le diría ahora es que siga «luchando, trabajando, siendo sonriente y siendo como es». Le ha faltado decirle que no pierda nunca los rasgos que la diferencian: su espontaneidad y sinceridad. Por eso reconoce que se le da mejor la natación que el fútbol sala: “También juego, pero ahí regular, no jugamos bien. Estamos verdes no, lo siguiente”.
Continúa decorando las estanterías de su casa con trofeos y placas de reconocimientos. Eso sí, prefiere seguir llenando los rincones de su hogar con el amor de sus padres, su hermana y sus sobrinas y con el cariño que cada persona le brinda al saber que
Silvia Lara es un modelo a seguir en el deporte, el trabajo y, sobre todo, en la vida.