"Si esto sigue así, el pequeño agricultor desaparecerá", denuncia
De trabajar en un banco en Madrid a regentar una explotación agrícola en su pueblo, Mota del Cuervo (Cuenca). Esta es la historia de Jesús Gallego, un hombre de 41 años que tras dedicar más de una década al sector financiero decidió dar a su vida un giro de 180 grados por una serie de circunstancias personales y profesionales.
Vivir en Madrid con un hijo y con la idea de ampliar su familia se volvía económicamente asfixiante. Esto se sumó a una sensación de estancamiento profesional y a la desilusión de su padre porque se veía obligado a vender las tierras familiares ante la falta de relevo.
De trabajar en un banco en Madrid a regentar una explotación agrícola en su pueblo, Mota del Cuervo (Cuenca). Esta es la historia de Jesús Gallego, un hombre de 41 años que tras dedicar más de una década al sector financiero decidió dar a su vida un giro de 180 grados por una serie de circunstancias personales y profesionales.
Vivir en Madrid con un hijo y con la idea de ampliar su familia se volvía económicamente asfixiante. Esto se sumó a una sensación de estancamiento profesional y a la desilusión de su padre porque se veía obligado a vender las tierras familiares ante la falta de relevo.
"Llegó un momento que dije que ya había estado suficiente tiempo como para ver las limitaciones de la banca. No podía aguantar los 30 años que me quedan para jubilarme", confiesa a EL ESPAÑOL de Castilla-La Mancha.

Jesús cuando trabajaba en un banco en Madrid
De trabajar en un banco en Madrid a regentar una explotación agrícola en su pueblo, Mota del Cuervo (Cuenca). Esta es la historia de Jesús Gallego, un hombre de 41 años que tras dedicar más de una década al sector financiero decidió dar a su vida un giro de 180 grados por una serie de circunstancias personales y profesionales.
Vivir en Madrid con un hijo y con la idea de ampliar su familia se volvía económicamente asfixiante. Esto se sumó a una sensación de estancamiento profesional y a la desilusión de su padre porque se veía obligado a vender las tierras familiares ante la falta de relevo.
"Llegó un momento que dije que ya había estado suficiente tiempo como para ver las limitaciones de la banca. No podía aguantar los 30 años que me quedan para jubilarme", confiesa a EL ESPAÑOL de Castilla-La Mancha.
Jesús cuando trabajaba en un banco en Madrid.
Jesús cuando trabajaba en un banco en Madrid.
El plan de Jesús era acogerse a un ERE, pero su empresa se negó y tuvo que negociar un despido por la mitad del dinero esperado. A pesar de este primer golpe, decidió apostarlo todo por la agricultura a principios de 2019 y además decidió abrirse una cuenta de Instagram con el nombre de @de_banquero_a_campero donde comparte su día a día.
"Después de 12 años en Banca, damos un cambio radical a nuestra vida volviendo al pueblo para llevar una explotación agrícola", así se presenta a sus seguidores en redes sociales.
Las malas cosechas de 2021 y 2022, la escalada de costes y una apuesta por ampliar el cultivo de ajo (producto estrella de la zona de Mota del Cuervo) fueron casi su sentencia de ruina.

Jesús Gallego en su explotación agrícola en Mota del Cuervo (Cuenca).
"Sembramos 25 hectáreas, vino una ola de calor y el ajo se vino abajo y luego no había un precio decente", lamenta este agricultor de Cuenca añadiendo que los costes de producción del ajo por hectárea rondan los 10.000 euros.
Ante esta situación Jesús se vio obligado a sacar fondos para paliar las pérdidas y sacar adelante su proyecto familiar y profesional en su pueblo natal. "Le dije a mi padre: estamos en quiebra. Es más, tuve que vender mi piso de Madrid", recuerda con dolor.
Su caso no es aislado, la baja rentabilidad sigue afectando a cultivos por toda España como el limón en Alicante o los melones y sandías de Velada (Toledo). En este sentido, el conquense afirma que el campo es "como la bolsa porque el producto agroalimentario cotiza al depender de terceros".

Jesús subido a un tractor
La diferencia entre perder o ganar es de casi un euro por kilo en el sector del ajo. El sector ya ha denunciado en varias ocasiones que la Ley de la Cadena Alimentaria no se cumple y que productos de fuera de la Unión Europea como el ajo chino o egipcio entran sin las mismas exigencias y hunden los precios.
En cuanto a la falta de mano de obra en el sector primario, Jesús se ha encontrado en serias dificultades para encontrar trabajadores para su explotación. "No encuentras gente dispuesta a ganarse la vida en el campo. Te exigen sueldos desproporcionados", expresa.
Esta escasez de personal obliga a mecanizarlo todo con grandes fondos de inversión o te lleva a depender de mano de obra extranjera. Una situación que traerá duras consecuencias según Gallego: "Si esto sigue así, el pequeño agricultor desaparecerá", denuncia.

Jesús en sus campos
Otra de las grandes problemáticas a las que se enfrentan los agricultores en nuestro país son las excesivas inspecciones y la alta carga burocrática. "En vez de ayudarnos, no hacen más que ponernos más piedras en el camino", responde Jesús al ser preguntado sobre las administraciones públicas.
A pesar de todo, no se arrepiente porque su espíritu emprendedor no se lo hubiera perdonado. "No tienes que estar pensando en ¿y si me hubiera quedado? Tienes que salir adelante como se pueda", subraya.
Hoy, su historia puede ser el espejo para muchos jóvenes que duden si dar el paso entre las calles asfaltadas o los caminos de tierra. Después de dejar la banca a sus 35 años y llevar un total de seis al frente de la explotación familiar, Jesús tiene claro que si no se apoya al pequeño agricultor "al final estaremos en manos de grandes empresas alimentarias que nos pondrán el precio que quieran".